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miércoles, 27 de mayo de 2015

Relato corto : El Artista de París.

Tomó un lápiz y comenzó a dibujar lo primero que le había venido a la cabeza, necesitaba dibujar, siempre lo hacía cuando estaba estresado o nervioso por algún motivo. Resopló varias veces, mientras borraba  una y otra vez todo lo que había creado. Nada le convencía, era demasiado perfeccionista. Entonces, le vino a la mente una serie de ideas que había tomado un sábado por la mañana en el parque de Monceau. Sonrió para si mismo esbozando una sonrisa triunfadora, y buscó en su mochila el cuaderno de dibujo. Ahí estaba su futura obra de arte. Alzó la vista y divisó la hora que era, las 2.45 p.m.
Su móvil vibró unos minutos, pero hizo caso omiso, supuso que sería el pesado de Pierre para ir por París en adelante como forma para pasar el rato. Había momentos en los que David prefería estar solo, y ese, era uno de esos momentos. Guardó el bloc en su mochila, el cuaderno de dibujo, el plumier con todos sus lápices y su móvil.

Se levantó arrastrando levemente la silla, como siempre. Cogió su chaqueta vaquera la cual se hallaba colgada en esta y salió de la habitación dejándola abierta de par en par. Bajó las escaleras a toda pastilla, como si de un terremoto se tratase. Paseó hacia el comedor, el cual se hallaba a su derecha, para coger la cartera, la había olvidado en la mesa . Al salir del comedor, Fue directo al baño, se miró al espejo, sus ojos verdes parecían algo cansados, como si llevara días sin pegar ojo. Sus pestañas, bastante largas resaltaban sobre ellos enmarcándolos. Pasó su mano por el flequillo, acomodando así un poco el pelo castaño. Tenía un peine en el estante colocado a la derecha del espejo, pero, ¿para qué iba a utilizarlo? Su pelo estaba perfecto ese día. Salió y caminó hacia la entrada, dónde cogió las llaves de casa. Salió de esta, cerró la puerta con un portazo y  cerró con llave, dándole a esta varias vueltas. Cerró también el viejo portal y se dispuso a pulular por el barrio en dirección al metro. La estación de Bobigny- Pablo Picasso, no era la más encantadora y acogedora estación de metro, pero con el tiempo David se había acostumbrado a ella. 
Una vez en esta, la cual estaba a unos 15 minutos a pie de su casa. Introdujo uno de los billetes de metro en la máquina. Y avanzó llegando después hasta las escaleras. Bajó con agilidad y al ver en las pantallas con el nombre de la dirección, la cual era  Place d'Italie, los pocos minutos que quedaban pocos minutos para que las puertas se cerrasen, echó a correr entrando en el tren. El tren emitió un pitido molesto, era la señal para que los pasajeros supieran que las puertas se iban a cerrar de inmediato, aunque había valientes que se atrevían a entrar a pesar de los avisos. Buscó rápidamente con la mirada un sitio, se apuró hacia él, y se sentó en el lado de la ventanilla. Sacó del bolsillo de su chaqueta un par de cascos blancos y su Ipod,no de los nuevos, más bien de los primeros que Apple, vendió, es decir, casi prehistórico. Seleccionó una canción y se puso a divisar el paisaje. No era demasiado bonito, vías de tren, un canal no muy limpio, gente paseando y andando en bici a su orilla y pintadas con frases indescriptibles a modo de arte callejero en los muros que rodeaban la zona de paso de trenes.





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