Tomó un lápiz y comenzó a dibujar lo primero que le había
venido a la cabeza, necesitaba dibujar, siempre lo hacía cuando estaba
estresado o nervioso por algún motivo. Resopló varias veces, mientras
borraba una y otra vez todo lo que había
creado. Nada le convencía, era demasiado perfeccionista. Entonces, le vino a la
mente una serie de ideas que había tomado un sábado por la mañana en el parque
de Monceau. Sonrió para si mismo esbozando una sonrisa triunfadora, y buscó en
su mochila el cuaderno de dibujo. Ahí estaba su futura obra de arte. Alzó la
vista y divisó la hora que era, las 2.45 p.m.
Su móvil vibró unos minutos, pero hizo caso omiso, supuso que
sería el pesado de Pierre para ir por París en adelante como forma para pasar
el rato. Había momentos en los que David prefería estar solo, y ese, era uno de
esos momentos. Guardó el bloc en su mochila, el cuaderno de dibujo, el plumier
con todos sus lápices y su móvil.
Se levantó arrastrando levemente la silla, como siempre.
Cogió su chaqueta vaquera la cual se hallaba colgada en esta y salió de la
habitación dejándola abierta de par en par. Bajó las escaleras a toda pastilla,
como si de un terremoto se tratase. Paseó hacia el comedor, el cual se hallaba
a su derecha, para coger la cartera, la había olvidado en la mesa . Al salir
del comedor, Fue directo al baño, se miró al espejo, sus ojos verdes parecían
algo cansados, como si llevara días sin pegar ojo. Sus pestañas, bastante
largas resaltaban sobre ellos enmarcándolos. Pasó su mano por el flequillo,
acomodando así un poco el pelo castaño. Tenía un peine en el estante colocado a
la derecha del espejo, pero, ¿para qué iba a utilizarlo? Su pelo estaba
perfecto ese día. Salió y caminó hacia la entrada, dónde cogió las llaves de
casa. Salió de esta, cerró la puerta con un portazo y cerró con llave, dándole a esta varias
vueltas. Cerró también el viejo portal y se dispuso a pulular por el barrio en
dirección al metro. La estación de Bobigny- Pablo Picasso, no era la más
encantadora y acogedora estación de metro, pero con el tiempo David se había
acostumbrado a ella.
Una vez en esta, la cual estaba a unos 15 minutos a pie de
su casa. Introdujo uno de los billetes de metro en la máquina. Y avanzó
llegando después hasta las escaleras. Bajó con agilidad y al ver en las
pantallas con el nombre de la dirección, la cual era Place d'Italie, los pocos minutos que
quedaban pocos minutos para que las puertas se cerrasen, echó a correr entrando
en el tren. El tren emitió un pitido molesto, era la señal para que los
pasajeros supieran que las puertas se iban a cerrar de inmediato, aunque había
valientes que se atrevían a entrar a pesar de los avisos. Buscó rápidamente con
la mirada un sitio, se apuró hacia él, y se sentó en el lado de la ventanilla.
Sacó del bolsillo de su chaqueta un par de cascos blancos y su Ipod,no de los
nuevos, más bien de los primeros que Apple, vendió, es decir, casi
prehistórico. Seleccionó una canción y se puso a divisar el paisaje. No era
demasiado bonito, vías de tren, un canal no muy limpio, gente paseando y
andando en bici a su orilla y pintadas con frases indescriptibles a modo de
arte callejero en los muros que rodeaban la zona de paso de trenes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario